LEONARD BERNSTEIN:
"El arte tiene que ver con el cielo".
Por Waldemar Verdugo Fuentes.
Entrevistas publicadas en revista Vogue y periódico Unomásuno de México, en periódico Prensa Libre de Guatemala, en revista Caras y periódico El Mercurio de Chile, citados en Hemerografía final, a Tenzin Gyatso XIV Dalai Lama de Tíbet, Claudio Arrau, John Huston, Dorothy Lamour, Anthony Quinn, Luis Miguel "Dominguín", John Hurt, Salvador Dalí, José Donoso, Ninón Sevilla, Mario Moreno "Cantinflas", Gilbert Becaud, Leonard Bernstein, Joan Manuel Serrat, Yehudi Menuhin, Charles Aznavour, Plácido Domingo, Andy Warhol, Raúl Ruíz y Nicanor Parra. ISBN 9789563535624
http://www.amazon.com/dp/B00IIUDTTS
Se hizo famoso en todo el mundo con la música que compuso para la película "Amor sin barreras", sin embargo, Leonard Bernstein ya tenía una vida entera dedicada a su trabajo de compositor, pianista y director de orquesta. Nació en Lawrence, Massachusetts en 1918. Se educó en la escuela Latina de Boston y en su niñez estudió piano con Heinrich Gebhard y Helen Coates. Después de graduarse en Harvard continuó sus estudios en el Instituto Curtis con Fritz Reiner, Randall Thompson e Isabella Vengerova; durante los veranos se iba a Tanglewood como discípulo y asistente de Serge Koussevitsky. Luego, en 1943, fue contratado por Arturo Rodzinski como Director asistente de la Filarmónica de Nueva York, con la que hizo su notable debut profesional el 14 de noviembre de ese año. De 1945 a 1948 dirigió la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Nueva York, y más tarde -de 1951 a 1956- fue profesor de música en la Universidad Brandeis, actuando regularmente como director invitado con las Filarmónicas de Israel y Nueva York; de ésta última fue nombrado director musical en 1958, lo que convierte a Bernstein en el primer músico nacido y formado en Estados Unidos que ocupa ese cargo: allí, durante su destacada actuación dirigió más conciertos que cualquier otro director anterior a él, lo que permitió que en 1969 recibiera el título de "Laureate Conductor". Ha dirigido también en la Metropolitan Opera de Londres y en La Scala de Milán, además de ser el primer director de su país que estuviera al frente de la Opera Estatal de Viena.
Aclamado como compositor, ha escrito tres sinfonías: "Jeremiah", "Era de ansiedad" y "Kaddish"; además conocemos de él la "Serenata sobre el Simposium de Platón", para violín y orquesta de cuerdas; "Chichesters Psalms" para orquesta y coro; tres ballets: "Fancy Free", "Facsimile" y "Dybbuk"; la ópera en un acto "Trouble in Tahití", y la partitura para la película "On the Waterfront". Para los escenarios de Broadway ha elaborado la música para "On the Town", "Wonderful Town", "Candide" y desde luego es autor de la música de "West Side Story", que a estas alturas ya es clásica. Su "Misa" -pieza de teatro para cantantes, músicos y bailarines- inauguró el Kennedy Center de Washington en 1971. Otras composiciones de Bernstein son "Songfest", ciclo inspirado en poemas americanos para seis cantantes y orquesta, estrenado en 1977; "Slava", obertura para orquesta; "Three Meditations from Mass", para cello solo y orquesta; "Divertimento", para orquesta, que escribió con motivo del centenario de la Orquesta Sinfónica de Boston y estrenada en septiembre de 1980. Luego ha compuesto "A Music Toast", su tributo a André Kostelanetz; "Touches", para piano solo, en 1981, y "Halil", un nocturno para solo de flauta, orquesta de cuerdas y percusiones, que estrenó durante su presentación dirigiendo la Orquesta Filarmónica de Israel en el 10º Festival Internacional Cervantino, realizado en 1982 en la ciudad de Guanajuato, México, donde conversé por primera vez con él.
Leonard Bernstein viste un traje claro y su camisa abierta deja ver un collar corto de marfil y cadenas de oro al cuello; la melena blanca no le resta un aspecto decididamente juvenil gracias a su amabilidad y energía que le brota de los ojos, los que cierra cuando ríe, y lo hace a menudo. Cuando le pregunto algo parece meditar con gran delicadeza su respuesta, y con un afable gesto se niega s ser interrumpido por sus colaboradores mientras habla. Le comento el hecho curioso de que siendo él un intérprete de clásicos, sin embargo, saltó a la fama mundial a través de la música popular. Dice:
-Yo no hago distinciones, no veo diferencias en la buena música, sea ésta popular, folklórica o tradicionalmente clásica...creo que hay buena música seria como hay mala música seria; hay buena música popular y buena música folklórica como hay mala música popular y mala música folklórica. Si no estuvieran equivocados aquellos que dicen que la música popular es sólo para gentes ignorantes, entonces también tendríamos que decir que es música para gentes ignorantes, y hablo sin desprecio, los corales, algunas cosas folklóricas de Haydn, los minuets en que él se inspiró, algunas cosas de Bach: su música de entretenimiento se consideraría muy poco seria...sería despreciar incluso hasta "El lago de los cisnes" o el "Cascanueces" de Chaikovsky, muchas cosas de Chopin, de Schubert, de Beethoven...sin duda la música de Ravel y de Stravinsky...mira, hay canciones de The Beatles que yo clasificaría al lado de Schubert, como "Shés Leaving Home", que pudo haber sido escrita por cualquier músico...hay blues cantados por Bessie Smith que pueden ser escuchados como se oye un aria de Donizetti, de Verdi o de Puccini. No, yo no hago ese tipo de distinciones en la música: ésta es buena o mala.
-En Israel se le considera un pilar importante de su cultura por el apego que usted mantiene con el pensamiento hebreo. ¿Cómo ha influido éste en su música?
-Creo que cada músico, independientemente de lo original que sea, lleva en sí toda la música que ha escuchado, todo lo que ha estudiado, y, por supuesto, uno también es el resultado de su niñez, de su pasado cultural, racial, étnico, social...uno es una combinación de muchas corrientes. Y es lo mismo en un escritor, en un pintor, en todos. Mi padre era un hombre que estudiaba el Talmud. El era un gran lector de la literatura hebrea, de modo que siempre me rodeó un sentimiento hebreo hacia las cosas; era así, simplemente, hasta el punto que de joven era para mí un placer y no un deber asistir al Templo. Sin dudas, estas cosas están muy arraigadas en mí, pero también tengo otras influencias.
-¿Qué música recuerda de su infancia?
-Mi música más temprana fueron Bach y Chopin. El jazz también ha sido muy importante en mi formación musical. Gershwin era mi ídolo; recuerdo que cuando él falleció fue muy doloroso para mí, yo tenía unos 18 años...aún cuando desde que estudiaba piano escuchaba en la radio el jazz, luego trabajé en una banda de jazz para seguir pagando mis lecciones de música, tenía 12 años y mi padre no aprobaba mi afición y no quería dar una aportación muy fuerte para mi formación musical, entonces yo mismo debí pagar mis estudios...el jazz ha sido una influencia muy fuerte, como la liturgia hebrea...sin dudas estas son dos cosas muy arraigadas en mí. Podría hablar de otro tipo de influencias que arrastro desde mi niñez, incluso te las podría explicar si tuviéramos tiempo y algunas partituras; ahora sólo te puedo decir que en mi tarea de compositor están presentes todos los compositores que he escuchado y que he amado, desde los motetes del siglo XIII hasta cosas de Stravinsky o Aaron Copland...
-Entonces, ¿usted afirma que todos los compositores tienen presente en su trabajo la música que han escuchado?
-Evidentemente. Bach, Schuman, Brahms, Beethoven, Ravel, todos son el resultado de otros compositores: Bach es el resultado de Schultz, de Lutter; Beethoven viene de Hayden, de Mozart, de Bach. Schuman es el resultado de oír además a Beethoven...Stravinsky se puede reflejar en todos, en Pergolesi, en Mozart, en Ravel...en "La consagración de la Primavera", que tocaremos aquí en México, hay páginas enteras que podrían decirse copiadas de Ravel, sin embargo, en cada compás hay como una voz que dice: "pero soy yo, soy Stravinsky, soy Igor"...eso es lo que yo llamaría la gloria del eclecticismo. Todos, independientemente de lo originales que sean, son el resultado de otros compositores. Uno es la suma de todos los compositores que le han precedido más algo que es único, una identidad propia; o sea, en mí hay una gran influencia jazzística y de la liturgia hebrea, de músicos del siglo XII, de Stravinsky, Bach, Chopin; pero además soy Bernstein. Soy la música que amo, más yo mismo.
Leonard Bernstein es autor de los libros "La alegría de la música", "Bernsteińs Young Peoplés Concerts" y "La Infinita Variedad de la Música"; pronto publicará sus memorias. Retrospectivas de su trabajo de compositor se han hecho en Israel, en Austria y varias en Estados Unidos, como la realizada hace poco en Amherst, por iniciativa de la Universidad de Massachusetts, donde fuimos invitados y pudimos nuevamente conversar con él. Le recuerdo que durante su presentación en México el programa que se dio al público decía en un párrafo: "La vida de Bernstein ha sido llevar la alegría de la música a la gente de todo el mundo".
-En México siempre han sido muy amables conmigo -dice Bernstein-. La primera vez que estuve allá fue durante mi luna de miel, en 1951, y fuimos manejando desde San Francisco. La segunda vez que estuve fue durante mi segunda luna de miel, con mi única mujer. Ahora, desgraciadamente, cuando vuelvo allá es sin ella, que partió antes que yo a rendir cuentas a Dios. México representa algo muy especial para mí, y volveré cada vez que pueda. Aquí en Massachusetts es diferente, porque aquí estoy siempre, aquí nací.
-Usted ha publicado tres libros, ¿qué significa la literatura en su vida de músico?
-Yo creo que escribir una composición musical es como escribir un libro, ¿no te parece?. Aunque, por cierto, soy un músico y no un escritor, evidentemente; a pesar de que mis libros han sido muy bien recibidos, hasta han sido traducidos...
-Al alemán, hebreo, húngaro, japonés, sueco, checo, danés, portugués, esloveno, español...
-Oh, gracias por recordarlo, creo no haber visto todas las traducciones. Ahora te digo, para que tu trabajo sea más completo, que existe otro pequeño libro que reúne una serie de conferencias que ofrecí en Harvard, "The Unanswered Questions", que fueron transmitidas a escala nacional por PBS y grabadas en Columbia Records: el libro lo publicó la Harvard University Press.
-¿Usted diría que sus libros tienen un denominador común?
-Sí lo tienen. Como mi música, mis libros son alegres. Mi música es alegre porque he sido un hombre feliz, lo soy y estoy muy orgulloso de serlo... mis memorias serán los recuerdos de un hombre feliz.
-Algunos sobrevivientes de la Guerra consideran a Wagner como fuente de inspiración del nazismo. ¿Usted toca a Wagner?
-Israel es un país que ha estado en guerra hace más de 40 años, desde su creación, y allí hay personas que recuerdan muy bien los campos de concentración; y la música de Wagner sí estaba relacionada con el nazismo, aunque Wagner cambió de opinión varias veces en su vida, y al final de ella él se retractó de ser antisemita, aunque Hitler y sus secuaces luego igual lo usaron...pero la música de Wagner no es antisemita, si así lo fuera yo no habría estado tocando durante tres meses "Tristán e Isolde" en Munich.
-Hay quienes aducen que el nazismo nunca actuó déspota contra los judíos, negando incluso la existencia de los campos de concentración durante la época hitleriana, ¿usted qué cree?
-Creo que plantear algo así es de infames. Creo que quienes afirman algo así no tienen la menor idea de lo que hablan, son unos ignorantes, ¿no te parece?. Y digo "ignorantes" en el peor sentido del término. Sería negar la historia misma porque está todo perfectamente acreditado, existen películas de la época, aún están las barracas con las cámaras de gas, existe el testimonio mismo de los que sufrieron las más atroces experiencias de su vida. La historia no se puede falsear así por así. Los nazis exterminaron gentes usando para ello todo lo que se les ocurrió, incluso con Wagner de música de fondo, aunque Wagner no escribió su música para acompañar la muerte en un campo de concentración, eso es evidente, o yo no tocaría a Wagner.
-Hace un tiempo se produjo una fuerte polémica en Israel porque Zubin Metha tocó, justamente, a Wagner...
-Lo puso al final de su programa, sin anunciarlo; se trataba del preludio de "Tristán e Isolde", y él invitó a las personas que no quisieran escucharlo a que salieran de la sala si así lo deseaban. Lo que fue, de alguna manera, una forma de invitar a la gente que le agrada el escándalo, a que lo hicieran. No fueron más de cinco o seis personas las que se subieron al escenario y trataron de arrebatarle el violín al concertino y quisieron lastimar a algunos de los músicos. Cinco o seis personas, de veras, pueden armar un escándalo. Pero a mucha gente en Israel le encanta Wagner, sobre todos a los que tienen antecedentes alemanes o austríacos, por eso creo que en algún momento será posible interpretar a Wagner en Israel. Para mí la polémica Wagner-nazismo es estúpida en su razonamiento, pues su posible posición ideológica no la podemos relacionar con la música, que siendo una expresión del arte, está por encima de cualquier ideología. El arte es algo que tiene que ver con el cielo, digamos, cualquiera que sea la idea que uno tenga del cielo. Lo de Zubin Metha yo creo que se debió a que él debió haber anunciado con tiempo su programa, y quizás ese no era el momento adecuado para tocarlo, pues todo se debe hacer en el momento adecuado.
-¿Cómo sabe usted cuál es ese momento para su propia vida?
-Yo no soy observador de mí mismo, entonces no puedo responderte; no puedo dar una opinión freudiana de mí mismo. Sí te puedo decir que amo a la gente más que a la naturaleza y más que al arte. Por eso, también amo las ideas positivas, que vienen de la parte noble de las personas. Y para ellos hago mi música: hago música para quienes amo. Desde este punto de vista, entonces, te puedo decir que todo momento es preciso para expresar amor.
(c)Waldemar Verdugo Fuentes.
Publicado en VOGUE, People are talking about, octubre 1987.
En UNOMASUNO de Ciudad de México, 15 de noviembre de 1987.
LINK DEL AUTOR